El trastorno mixto ansioso-depresivo se está convirtiendo en una preocupación creciente, casi equiparable a una pandemia. ¿Te preguntas si podrías estar experimentando este trastorno? Descubre los signos, las causas y las opciones de tratamiento para recuperar una vida normal.
La Organización Mundial de la Salud ha emitido una alerta sobre el aumento de personas en nuestro país que sufren tanto de depresión como de ansiedad en los últimos años. Las cifras son inquietantes, ya que se refieren a un trastorno mixto ansioso-depresivo.
Durante los años recientes, más de 322 millones de individuos en todo el mundo han experimentado episodios de depresión, lo que equivale al 4,4 % de la población global; y de estos, más de 264 millones también han lidiado con la ansiedad. En España, un total de 2.408.700 personas fueron diagnosticadas con depresión en el último año, lo que representa el 5,2 % de la población. Las estadísticas proporcionadas por la ONU para nuestro país son motivo de preocupación, ya que muestran un aumento del 18,4 % en el número de personas que han enfrentado la depresión en las últimas décadas. Además de la depresión, muchas personas enfrentan otros desafíos asociados con este trastorno, incluyendo la ansiedad.
Los datos son alarmantes, especialmente cuando se trata del trastorno mixto ansioso-depresivo. ¿Sabías que esta condición es más común de lo que imaginamos? Las personas que la padecen manifiestan síntomas tanto de depresión como de ansiedad, lo que complica aún más el panorama de la enfermedad y aumenta los estigmas que pueden afectar a estas personas.
Causas del trastorno ansioso depresivo
Se han llevado a cabo numerosas investigaciones acerca de las causas y el origen tanto de la depresión como de la ansiedad. De hecho, estas investigaciones han conducido a diversas conclusiones.
- Factores biológicos: Ciertas personas presentan desequilibrios en los neurotransmisores cerebrales que aumentan su susceptibilidad a experimentar tanto ansiedad como depresión.
- Factores ambientales: Aunque la biología juega un papel en la predisposición al trastorno mixto ansioso-depresivo, el entorno también desempeña un papel crucial en el desarrollo de esta condición. Este estado ansioso-depresivo suele manifestarse en individuos que presentan ciertos factores de riesgo.
- Factores psicológicos: Un gran número de personas que experimentan depresión y no la abordan adecuadamente pueden evolucionar hacia un trastorno ansioso-depresivo. Esto se debe a la interacción mutua entre estas dos afecciones. Por esta razón, es frecuente que si la ansiedad no se trata y evoluciona hacia la depresión, se desarrolle eventualmente este trastorno mixto. Sin embargo, esto no implica necesariamente que se cumplan los criterios de diagnóstico de ambos trastornos por separado. Más bien, se caracteriza por la presencia de síntomas de disforia (estado de ánimo deprimido), falta de motivación, baja energía y la incapacidad para experimentar placer. Estos problemas van acompañados de síntomas de ansiedad, como un intenso miedo y/o la sensación de no poder llevar a cabo tareas o actividades cotidianas.
Factores de riesgo del síndrome ansioso depresivo
Aunque estas dos condiciones son ampliamente prevalentes en nuestra sociedad, es innegable que ciertos factores de riesgo contribuyen al desarrollo de una depresión ansiosa.
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- Familiares con trastornos mentales: Un número considerable de individuos que cuentan con familiares afectados por trastornos de ansiedad, depresión u otras categorías similares, podrían presentar una mayor propensión a experimentar este trastorno mixto.
- Problemas económicos: Tanto la economía como la situación laboral ejercen influencia sobre nuestra salud mental. La incapacidad para satisfacer las necesidades económicas es una causa habitual de estrés, ansiedad y depresión. Si esta situación persiste a lo largo del tiempo y no vislumbramos soluciones a los desafíos financieros, es posible que experimentemos síntomas de depresión.
- Ser mujer: Existe una mayor probabilidad de que las mujeres experimenten el trastorno mixto ansioso-depresivo. Uno de los factores que contribuye a esto es el rol actual de la mujer, que implica una significativa carga de estrés en contextos familiares, sociales y laborales. Además, la mayor tendencia de las mujeres a expresar emociones y buscar ayuda contrasta con la educación que suele recibir los hombres para no manifestar incomodidad ni solicitar asistencia, lo que puede dar lugar a una subestimación en el diagnóstico del trastorno en los hombres.
- Soledad: La carencia de respaldo por parte de la familia o amigos puede convertirse en uno de los factores desencadenantes del trastorno ansioso-depresivo en una persona.
- Enfermedad grave: Los problemas de salud graves, tanto personales como de seres queridos, junto con el temor a la muerte, son elementos que pueden ejercer influencia en el desarrollo del síndrome ansioso-depresivo.
- Personalidad: Ciertos tipos de personalidad presentan una mayor inclinación hacia la experiencia de una depresión ansiosa. Aquellas personas que suelen tener un enfoque pesimista o dependen en gran medida de otros pueden encontrarse susceptibles a este desafío emocional.
- Baja autoestima: Poseer una autoimagen negativa y, en consecuencia, experimentar una autoestima baja, puede ser un factor desencadenante de una depresión ansiosa.
- Traumas: Las experiencias traumáticas durante la infancia o la adolescencia tienen la capacidad de impactar en la evolución y el bienestar mental de las personas adultas.
- Estrés: Uno de los resultados frecuentes de llevar una vida abrumada por el estrés es la posible aparición de un trastorno ansioso-depresivo.
- Preocupaciones excesivas: Individuos que presentan una elevada autoexigencia y muestran una inclinación a querer controlar todos los aspectos de su vida pueden desarrollar episodios de ansiedad que, si persisten, pueden evolucionar hacia síntomas de depresión.
- Situaciones conflictivas en el entorno: La exposición continua al estrés en el ámbito familiar y/o laboral puede conducir a un agotamiento y disminución de la energía, lo cual podría desencadenar en un trastorno mixto ansioso-depresivo.
Síntomas del trastorno mixto ansioso-depresivo
Las personas que experimentan el trastorno mixto ansioso-depresivo presentan manifestaciones tanto físicas como psicológicas que abarcan ambas problemáticas. La sensación profunda de tristeza, acompañada de inquietud o miedo, actúa en conjunto para intensificar los síntomas. Algunos de los síntomas más destacados son:
- Alteraciones del sueño: Padecer este síndrome ansioso-depresivo provoca que aquellos afectados fluctúen entre diversos trastornos del sueño, tales como el insomnio, el exceso de sueño y episodios de letargo.
- Alteraciones en el apetito: Puede manifestarse a través de patrones alimentarios caracterizados por la falta de apetito o la compulsión. Tanto es así que la depresión ansiosa puede desencadenar trastornos de la alimentación como la bulimia y la anorexia.
- Apatía o labilidad emocional: Vivir variaciones emocionales constantes y tener dificultades para expresar, identificar y experimentar emociones, ya sean positivas o negativas, representa uno de los síntomas vegetativos de este trastorno.
- Cansancio físico y mental: Sensaciones de fatiga como consecuencia de un esfuerzo mental continuo y la dificultad para descansar incluso cuando se está agotado.
- Presión en el pecho: Las quejas somáticas forman parte de los síntomas vinculados al trastorno mixto ansioso-depresivo. Los temblores, palpitaciones, mareos, sequedad bucal y tensión pueden generar preocupación en quien lo experimenta, llevándole incluso a pensar en un problema cardiovascular. No obstante, estos síntomas son manifestaciones de somatización de las emociones.
- Descontrol de pensamientos: Se entrelazan pensamientos pesimistas, caracterizados por la tristeza y la negatividad propias de la depresión, con pensamientos ansiosos que se concentran en el futuro y las posibles adversidades.
- Dificultad para la concentración: Tanto por una avalancha de pensamientos como por dificultades en la concentración, se desencadenan equivocaciones, distracción e introspección excesiva, lo cual puede obstaculizar la realización de tareas intelectuales y las interacciones sociales.
- Disminución de la libido y del apetito sexual: Un inconveniente común del trastorno mixto ansioso-depresivo es la disminución del interés sexual. Esto puede llevar a la persona a experimentar una disminución en su autoestima, lo que a su vez contribuye a un deterioro de su bienestar emocional.
- Falta de aire, sudor y tensión muscular: Estos síntomas son típicos de la ansiedad y pueden manifestarse juntamente con ciertas manifestaciones físicas asociadas a la depresión.
- Malestar y miedos constantes: Estos pueden dar lugar a inquietudes acerca del futuro, como si estuviera a punto de ocurrir algo negativo.
- Tristeza y baja autoestima: Suele surgir la tendencia a cuestionar las habilidades y capacidades de la persona afectada por este trastorno.
¿Cómo tratar un trastorno mixto ansioso-depresivo?
Este tipo de trastorno se caracteriza por presentar un cuadro de comorbilidad, donde dos problemáticas psicopatológicas se manifiestan simultáneamente.
El tratamiento psiquiátrico tiene como objetivo estabilizar el organismo y reducir los síntomas físicos, mientras que la terapia psicológica brinda el respaldo necesario para explorar las emociones, fortalecer la autoestima y detectar posibles desencadenantes de los síntomas. En este sentido, enfoques terapéuticos exitosos incluyen la terapia de resolución de problemas, el entrenamiento en relajación, la reestructuración de pensamientos distorsionados o exagerados, así como la activación conductual.
Aunque las causas de estos trastornos psiquiátricos siempre están asociadas a factores físicos, psicológicos y sociales, a menudo su inicio coincide con situaciones estresantes o traumáticas, como el duelo, el desempleo, cambios en la rutina o la asunción de nuevas responsabilidades, entre otros.
Es importante destacar que los datos de la OMS se basan en casos diagnosticados, lo que sugiere que las cifras podrían ser mayores, considerando la reticencia o dificultad que algunas personas enfrentan para buscar ayuda profesional. En el ámbito de la salud mental, aún persisten prejuicios, falta de información y barreras de acceso a infraestructuras adecuadas.