Pensamientos intrusivos: ¿qué son y cómo podemos evitarlos?

Pensamientos intrusivos: ¿qué son y cómo podemos evitarlos?
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Los pensamientos intrusivos son una experiencia común que puede afectar a cualquier persona en diferentes momentos de su vida. Estas ideas, imágenes o impulsos no deseados suelen aparecer de forma inesperada y pueden generar malestar o confusión. Aunque son comunes, muchas veces resultan difíciles de manejar, especialmente si generan una carga emocional significativa. Afortunadamente, existen formas de entenderlos y estrategias para manejarlos eficazmente.

¿Qué son los pensamientos intrusivos?

Los pensamientos intrusivos son ideas, imágenes o impulsos que surgen de manera espontánea y no deseada, generando incomodidad. Aunque son involuntarios y pueden ser perturbadores, no representan necesariamente las creencias o deseos reales de la persona que los experimenta.

Desde una perspectiva psicológica, los pensamientos intrusivos suelen estar relacionados con la ansiedad, el estrés o trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). También pueden estar vinculados a momentos de alta presión o eventos traumáticos. Su naturaleza invasiva y repetitiva puede hacer que las personas se preocupen por su significado o intenten suprimirlos, lo que, irónicamente, puede aumentar su frecuencia y persistencia.

Es importante destacar que tener pensamientos intrusivos no significa que algo esté «mal» en la persona. Son un fenómeno mental que cualquier individuo puede experimentar en distintos grados.

Ejemplos de pensamientos intrusivos

Los pensamientos intrusivos pueden variar en contenido y temática, pero comparten el común denominador de ser molestos y contrarios a los valores o deseos de quien los experimenta. A continuación, se describen algunos ejemplos de pensamientos intrusivos clasificados por temática.

Pensamientos intrusivos sexuales

Los pensamientos intrusivos sexuales pueden incluir imágenes o ideas relacionadas con actos sexuales que la persona considera inapropiados, inmorales o contrarios a sus deseos. Por ejemplo, imaginarse teniendo relaciones sexuales con alguien inapropiado o situaciones que van en contra de las normas sociales o personales. Aunque estos pensamientos pueden ser perturbadores, no reflejan el deseo real de la persona y no deben confundirse con una intención consciente.

Pensamientos intrusivos sobre la muerte

Los pensamientos intrusivos sobre la muerte están relacionados con la mortalidad propia o de seres queridos. Por ejemplo, imaginar accidentes fatales, visualizar el fallecimiento de un ser querido o preocuparse obsesivamente por la posibilidad de que algo malo suceda. Estos pensamientos pueden generar angustia y miedo, especialmente si se interpretan como premoniciones, cuando en realidad son producto de la ansiedad.

Pensamientos intrusivos de hacer daño

En este caso, las personas pueden experimentar impulsos o imágenes de hacer daño a otros, como empujar a alguien accidentalmente frente a un vehículo o causar daño durante una discusión. Es importante subrayar que estos pensamientos no representan la intención real de actuar de esa manera, sino que reflejan un temor irracional y la hiperconciencia sobre ciertas situaciones.

Pensamientos intrusivos en pareja

Estos pensamientos suelen estar relacionados con dudas sobre la relación, como cuestionar si realmente se ama a la pareja, imaginar infidelidades o temer que la pareja deje de amar. También pueden involucrar miedos irracionales sobre la estabilidad de la relación. Pueden ser especialmente angustiantes, ya que afectan la confianza y la estabilidad emocional, pero no necesariamente reflejan la realidad del vínculo.

¿Cómo evitar pensamientos intrusivos?

Aunque no siempre es posible evitar que los pensamientos intrusivos aparezcan, sí existen estrategias para reducir su impacto y manejarlos de manera más saludable. A continuación, presentamos algunas técnicas recomendadas por expertos en psicología:

  1. Aceptar los pensamientos sin juzgar: Reconocer que los pensamientos intrusivos son normales y no necesariamente tienen un significado profundo. Evitar interpretarlos como una amenaza ayuda a reducir la ansiedad asociada. Recuerda que un pensamiento no tiene el poder de definir quién eres.
  2. Practicar la atención plena (mindfulness): Esta técnica permite observar los pensamientos desde una perspectiva neutral, sin involucrarse emocionalmente. La meditación y la respiración consciente pueden ser herramientas útiles para aprender a distanciarse de los pensamientos sin intentar eliminarlos.
  3. Evitar la supresión de pensamientos: Tratar de bloquear o eliminar un pensamiento intrusivo puede tener el efecto contrario, haciendo que se vuelva más persistente. En su lugar, permítete observarlo y dejar que pase sin reaccionar ni resistirte. Es como observar una nube que cruza el cielo: no necesitas interactuar con ella.
  4. Reestructuración cognitiva: Trabajar con un psicólogo para identificar y desafiar las creencias irracionales asociadas con los pensamientos intrusivos puede ayudar a disminuir su impacto emocional. Esta técnica permite reemplazar interpretaciones catastróficas por perspectivas más realistas y calmadas.
  5. Reducir el estrés: Actividades como el ejercicio, el yoga, la escritura reflexiva (journaling) o simplemente tomarse momentos para el autocuidado pueden disminuir los niveles de estrés, lo que a su vez reduce la frecuencia de los pensamientos intrusivos. Una mente más relajada es menos propensa a generar este tipo de pensamientos.
  6. Buscar ayuda profesional: Si los pensamientos intrusivos interfieren significativamente con tu vida diaria, es importante buscar apoyo de un psicólogo o terapeuta especializado en ansiedad o TOC. La terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia de aceptación y compromiso (ACT) han demostrado ser particularmente efectivas en estos casos.

¿Por qué aparecen los pensamientos intrusivos?

Los pensamientos intrusivos pueden aparecer por diversas razones. Entre las más comunes se encuentran:

  • Ansiedad: La hiperactividad de la mente ansiosa puede generar pensamientos no deseados.
  • Estrés: Momentos de alta presión pueden desencadenar imágenes o ideas invasivas.
  • Experiencias traumáticas: Las personas que han pasado por situaciones traumáticas pueden experimentar pensamientos intrusivos como una forma de respuesta emocional.
  • Desequilibrios químicos: En algunos casos, los pensamientos intrusivos están relacionados con desequilibrios en neurotransmisores como la serotonina, lo que es frecuente en trastornos como el TOC.

Los pensamientos intrusivos pueden ser desconcertantes, pero es crucial entender que no definen a la persona que los experimenta. Son un fenómeno natural de la mente y no indican necesariamente un problema profundo. Con una combinación de autocomprensión, estrategias efectivas y apoyo profesional, es posible manejar estos pensamientos y reducir su impacto en la vida cotidiana. Recuerda que pedir ayuda es un acto de valentía y un paso fundamental hacia el bienestar emocional.

La próxima vez que un pensamiento intrusivo aparezca, recuerda que no estás solo en esta experiencia y que existen herramientas para afrontarla. Tu bienestar es alcanzable con tiempo, paciencia y el apoyo adecuado.

Nerea Gutiérrez

Soy psicóloga general sanitaria por la Universidad Europea. Cuento con una amplia experiencia en evaluación e intervención tanto en adultos, adolescentes y niños como en terapia de pareja. Me gusta estar actualizada de las terapias más novedosas, por lo que estoy en continua formación.

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