Evita leer este artículo. En serio, te aconsejo que no lo leas. ¿Sigues adelante? La razón es bastante simple: hemos empleado un enfoque de psicología inversa en este caso.
La psicología inversa involucra influenciar a otros de manera que reaccionen de acuerdo a tus deseos. Sin embargo, para lograrlo, deberás expresar exactamente lo opuesto a lo que realmente buscas. Aunque no es una táctica infalible, indudablemente resulta eficaz en muchos casos.
Es importante destacar que no es efectiva con todas las personas. Esta técnica tiende a surtir mayor efecto en niños, adolescentes y en aquellos individuos con personalidades fuertes, a quienes les cuesta obedecer instrucciones y adaptarse a reglas establecidas.
La psicología inversa es un método de intervención psicológica desarrollado por Viktor Emil Frankl, un psiquiatra austriaco de origen judío que sobrevivió a diversos campos de concentración durante el Holocausto. En este artículo, te proporcionaremos una explicación sobre qué es la psicología inversa, cómo emplearla de manera eficiente y también te brindaremos ejemplos prácticos de su aplicación. Te insto a que no continúes leyendo.
¿Qué es la psicología inversa?
La psicología inversa es una estrategia que consiste en inducir a alguien a hacer lo que deseamos al solicitarle precisamente lo contrario. A pesar de su aparente complejidad, la aplicamos más a menudo de lo que imaginamos.
Cuando alguien nos niega la posibilidad de llevar a cabo una acción, es común que reaccionemos de tres formas distintas:
- Experimentamos un aumento en el deseo por esa acción.
- Nos resistimos como forma de preservar nuestra libertad.
- Sentimos molestia hacia quien limita nuestra autonomía.
Al emplear la frase «Iba a contarte algo, pero quizás sea mejor no hacerlo», en realidad estamos buscando que la otra persona insista para que revelemos la información. En contraste, si la respuesta es «Está bien, no me lo cuentes», cambia nuestra perspectiva, aumentando nuestro deseo de compartirlo. De esta manera, la psicología inversa ha influido en nuestra conducta.
En resumen, la psicología inversa se fundamenta en solicitar una acción contraria (Y) para lograr que alguien termine realizando la acción deseada (X), generando así la consecuencia que buscamos.
Significado de esta técnica
Para comprender adecuadamente esta noción, resulta esencial primero comprender otro concepto: la reactancia. Esta representa una motivación intrínseca en un individuo que lo lleva a esforzarse por recuperar su capacidad de acción autónoma. Este fenómeno surge cuando percibe que ciertas libertades en su comportamiento están siendo amenazadas.
Con frecuencia, cuando se nos solicita realizar algo que contradice nuestra estructura mental, lo interpretamos como una amenaza a nuestra libertad. Este hecho puede llevarnos a rechazar la solicitud o a actuar de manera contraria. En otras palabras, se produce un cambio en la percepción: subestimamos la importancia de las acciones permitidas y exageramos el valor de las acciones prohibidas.
La psicología inversa aprovecha este principio de reactancia. Por ejemplo, en un enfoque terapéutico, esta técnica puede emplearse en casos de insomnio. Imaginemos a un paciente que enfrenta dificultades para conciliar el sueño sin entender las razones detrás de ello. El psicólogo podría sugerirle que, en lugar de esforzarse por quedarse dormido, se enfoque en mantenerse despierto el mayor tiempo posible. Como resultado, el paciente eventualmente encontrará el descanso que busca.
Psicología inversa en el amor
Un momento crucial en las relaciones sentimentales se produce durante el primer acercamiento y la etapa de seducción. En este contexto, la aplicación de la psicología inversa tiene como objetivo despertar el interés o el enamoramiento de la persona que nos atrae y deseamos conquistar, justo cuando aparentamos mostrar desinterés.
Durante los momentos de cortejo y seducción, es común que surjan situaciones de vaivenes emocionales, donde se alternan momentos de acercamiento y distancia. Esta dinámica se emplea estratégicamente para lograr lo contrario: generar un aumento en el interés del otro. Nuestra inclinación hacia lo inalcanzable conduce a que, mostrándonos un tanto distantes al inicio, incrementemos el atractivo hacia la otra persona.
A pesar de ser una táctica frecuentemente empleada en cuestiones amorosas, es crucial no convertirla en un elemento constante o rutinario en la relación de pareja. Si la base de la relación se cimienta en pequeñas artimañas o juegos de poder, esto podría interferir con la comunicación y desencadenar problemas más graves.
No debemos olvidar que la confianza y el respeto mutuo son las bases fundamentales para cultivar una relación de pareja saludable. Es imperativo mantener una comunicación sincera y expresar nuestros sentimientos y emociones de manera abierta y clara. Esta actitud contribuye a evitar comportamientos que puedan herir a la otra persona y a mantener un vínculo sólido y enriquecedor.
Consejos y frases para usar la psicología inversa
Existen múltiples maneras de aplicar esta técnica en diversos ámbitos de nuestra vida. La capacidad imaginativa y creativa puede dar lugar a nuevas variantes, no obstante, aquí te presentamos algunas de las formas más comunes:
Decir lo contrario
Probablemente, una de las estrategias más recurrentes sea la de expresar algo en sentido opuesto, creando así un contraste. Esto es precisamente lo que ejemplificamos al inicio del artículo con la frase: «No leas este artículo, en serio, no lo leas».
Esta técnica es familiar para muchos, ya que la hemos aplicado con niños en situaciones como decirles: «No comas eso, es mejor que no lo comas, así quedará más para mí».
Rendirse
En una discusión, es un enfoque habitual aparentar rendición. Esta acción lleva a que la otra persona disminuya su actitud defensiva y se percate de que, en muchas ocasiones, su objetivo principal era ganar la disputa.
Vamos a ilustrar esto con un ejemplo. Cuando una pareja debe tomar una decisión sobre el color de una mesa a comprar, es frecuente que surjan discusiones. Si uno de los dos participantes dice: «Está bien, optemos por el color de mesa que prefieras», es muy probable que la otra persona experimente cierto sentimiento de responsabilidad. Esto conduce a un descenso en los niveles de confrontación, lo que facilita alcanzar un acuerdo de manera más fluida.
Generar misterio
Este escenario se repite en todas las celebraciones navideñas. Cuando indicamos a los niños que deben esperar hasta la medianoche para desvelar sus regalos, esto genera un aumento en la ansiedad y despierta un mayor deseo por descubrir el contenido de sus obsequios.
De igual forma, esta táctica es empleada por las agencias de marketing. Tomemos por ejemplo el caso de Argentina, cuando Movistar llegó al mercado. Colocaron la letra «M» de su logotipo en diversos lugares prominentes, con el propósito de despertar la curiosidad de la gente acerca de la marca detrás de esa letra y qué ofrecía. Esta estrategia resultó exitosa y generó altas expectativas en la audiencia.
Provocación
Hay diversas maneras de incitar a la acción, y para comprender mejor, presentaremos ejemplos explicativos:
- «No te preocupes, no prepares lo mismo; seguramente no tienes la destreza para hacerlo.» Este ejemplo ilustra una provocación directa.
- «No te preocupes por cocinar. No estoy muy seguro de que te salga delicioso.» Aquí, estamos presentando una provocación indirecta.
- «¿Por qué no me dejas cocinar? Esta receta tiende a ser un tanto complicada para ti.» En esta instancia, estamos creando un desafío dirigido hacia la otra persona.
Es fundamental ejercer precaución al emplear esta técnica, ya que puede acarrear resultados contraproducentes. Específicamente, en individuos con baja autoestima, en lugar de estimular un sentido de desafío, podrían sentirse incapaces de llevar a cabo la tarea en cuestión.
Generar opciones
La disponibilidad de diversas opciones crea una sensación de libertad y elección que impulsa a emprender la actividad. Por ejemplo, consideremos la siguiente situación: «¿Prefieres realizar el trámite en el banco o acudir al contador?» Al proporcionar alternativas al interlocutor, este seleccionará la opción que más le atraiga o menos le desagrade, y llevará a cabo la tarea con mayor entusiasmo.
Psicología inversa con niños
Cuando un niño muestra resistencia a comer, los padres suelen agotar todas las estrategias para persuadirlo. Eventualmente, podrían recurrir a una táctica diferente: «No comas eso, hijo, es comida para adultos.» Esta simple declaración puede incitar a la rebelión en el niño y llevarlo a comer, simplemente porque se le ha prohibido. Este ejemplo ilustra uno de los numerosos modos en que los padres emplean la psicología inversa.
Como punto de partida para la reflexión, tomamos las palabras de Sabina del Río Ripoll, una psicóloga y miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y el Adolescente. Según esta experta, «esta técnica puede ser efectiva si se utiliza de manera puntual, especialmente con niños pequeños que estén en la fase de rebeldía.»
La etapa de rebeldía, que generalmente se manifiesta entre los dos y tres años, es algo así como una «adolescencia» temprana. Durante este período, el niño tiende a expresar «no» con frecuencia para fortalecer su identidad y autonomía. Del Río sostiene que en esta fase los niños «necesitan afirmarse y sentir que tienen el control de la situación, que no están haciendo algo porque se les pidió o indicó, sino porque ellos mismos lo desean».
Pero, ¿por qué es crucial utilizar esta técnica solo de manera ocasional? En primer lugar, el abuso de este enfoque podría llevar a una disminución en su eficacia. Sin embargo, lo más fundamental es que no es aconsejable emplearlo excesivamente debido a una razón sencilla: como hemos mencionado previamente, la psicología inversa es un método que implica influir en las personas (en este caso, en los niños) y lograr que realicen algo a través de la manipulación. Por lo tanto, es esencial que esta táctica no se normalice en la dinámica entre padres e hijos. En su lugar, debería ser utilizada únicamente en situaciones en las que la relación esté desequilibrada.
Entonces, ¿es bueno usarla o no?
Tal vez lo más adecuado sería evitar el uso de esta técnica en su totalidad, ya que involucra un acto de engaño hacia el niño. Sin embargo, reconocemos que esta conducta a menudo se incluye entre las muchas cosas que «nunca harías cuando seas padre o madre», pero que, sorprendentemente, terminas haciendo.
Así como en ciertas circunstancias emergen el alzar la voz, las amenazas, los premios o los castigos (que no siempre son métodos adecuados para la crianza de un niño), también se presenta la psicología inversa. No obstante, es esencial que en ningún caso reemplace una comunicación natural, cálida y afectuosa con los niños. En cambio, debería ser reservada para situaciones excepcionales, en las cuales no sepamos cómo abordar a nuestros hijos o creamos que hemos agotado todas las alternativas.